April 14, 2020

Un día a la vez

Cada nuevo día me repito las palabras: un día a la vez… ¿Qué quiero decir con esto? Simple, enfocarme en el ahora, en lo inmediato.

Un día a la vez

De ser una persona que le gustaban los resultados rápidos y estaba acostumbrada al alto rendimiento por ser atleta, he aprendido a batallar con una condición que es impredecible y que altera casi todos los días mis rutinas. La palabra planificar ya no define mi vida. En este proceso de conocerme mientras convivo con mi amiga Escle voy aprendiendo y contemplando cosas que antes no veía por estar enfocada en otros asuntos. Cada nuevo día me repito las palabras: un día a la vez… ¿Qué quiero decir con esto? Simple, enfocarme en el ahora, en lo inmediato.

Lo que pasará, no es prioridad porque no sé qué podría ocurrir mañana. Pensar así puede generar ansiedad, pero se aprende poco a poco, se va logrando, resolviendo, una cosa a la vez, entonces se convierte en un estilo de vida. Suena difícil realizarlo, pero ante un diagnóstico de una condición como la Esclerosis Múltiple es necesario aprender a tomarnos un día a la vez. En la práctica diaria es algo complicado y resulta difícil aplicarlo, pero he aprendido que todo tiene su tiempo. Debemos enfocarnos en nuevas cosas y darle importancia a como me siento físicamente y emocionalmente para poder seguir con los retos que se me presentan y sobre todo comprender cuanto quiero vivir mi vida. La meta final de un día debe ser, sentirme feliz conmigo misma, en armonía con quienes me rodean y si está ocurriendo, entonces lo voy logrando.

En este proceso de conocernos, sean por las pérdidas, los errores o las cosas que perdemos, nos damos cuenta que colectar memorias se convierte en recuerdos traducidos en amor. En este nuevo caminar se convive con el miedo, se acciona lo aprendido y se valora. Se disfrutan los momentos de silencio, el estar con uno mismo y darse cuenta de lo necesario que es estar en paz.

En mi mentalidad competitiva de atleta, veía el mundo como una carrera que debía siempre ganar y la vida me ha dado unas enseñanzas muy valiosas en donde he aprendido que no es así. La meta debe ser el aprendizaje. El equivocarme es necesario para entender mis procesos, lograr soltar lo que no conviene y entonces quedarme con lo que aporta. Nuestra pista en la vida está llena de obstáculos, los cuales muchos no estamos preparados para pasar y otros que sí podremos, pero aprendemos en ese caminar, nos damos cuenta de que no necesitamos lograr saltar cada valla con éxito, se vale tropezarnos, y volvernos a levantar, al final no son las caídas las que cuentan sino la cantidad de veces que nos levantamos para continuar.

No tenemos que vivir teniendo alto rendimiento para todo. La meta es comprender, aprender y superar de la mejor manera que podamos. Perdernos también en el proceso no significa que somos un fracaso, si no que como seres humanos que somos no podremos con todo y poco a poco aprenderemos que dentro del dolor siempre tenemos la capacidad para evolucionar.

Aprendamos a escuchar las cosas que nos pasan, a reflexionar en nuestras experiencias de vida y a entender que, para estar bien, todo no tiene que estar perfecto porque la realidad es que no siempre todo va a marchar de manera correcta, abrumarnos porque no podemos con todo y sentirnos fracasados por no lograr algo eso es dejarnos vencer. Lo que realmente importa es tener vida y apreciar las cosas simples de la vida. Nuestras vidas son relativamente cortas como para vivir de maneras egoístas, me parece que la vida es mucho más que nosotros. Por eso es importante que comprendamos a amar de manera saludable y en este compartir aprendamos a perdonar, soltar y fluir, estos son un buen comienzo y un punto de partida para vivir.

Hoy mi amiga Escle y yo compartimos las mismas experiencias, convivimos juntas, unos días yo tomo el control absoluto y otros es Escle quien decide, lo importante no es quien ganó más sino tener la tranquilidad de que una vez pase la crisis lo comprenderé. Amarme sabiendo que no podré en ocasiones, quererme cuando me equivoco, aceptarme en el proceso tal cual soy, y enfocarme en mi amor propio es la fuerza interior que me motiva a continuar.

Tal vez podría ser que hoy no, pero mañana sí, y tal vez pasado no, pero al final del día la meta debe ser acostarme en paz por saber quién soy con mis defectos y virtudes. La vida es un regalo, el tiempo también, vivir enfocados en el presente y disfrutar los momentos esto es lo importante, las risas, el sabor de la comida, ver los amaneceres y atardeceres y no pensar constantemente cuanto tiempo me quedará sintiéndome bien, cuando mi cuerpo volverá a fallarme, cuando no sentiré una extremidad, cuando tendré cambios de temperatura que afectarán una actividad que estaré disfrutando, cuando la comida no me sabrá igual, si podré ver siempre y si podré caminar todo el tiempo o cuanto durará el dolor de mi cuerpo. He aprendido que nosotros tenemos el poder de ayudarnos en nuestros procesos conectando con nuestra capacidad para querer vivir con la confianza de lo importante que es la oportunidad de tener esta vida.

Aprender a ver un día a la vez nos ayuda a vivir en un mundo en donde los acontecimientos que vivimos y enfrentamos nos van mostrando nuestra propia fragilidad y donde queda expuesta constantemente. Está bien sentirnos desanimados y preocupados pero esto debe ser puente para lograr conectar con nuestra fortaleza interior para sacarla y dar la batalla una vez más, y si al final lo intentamos, no podemos, y el tiempo aquí culmina, pues entonces podemos estar agradecidos de que vivimos nuestra vida, apreciando lo que tuvimos y agradeciendo lo que logramos, dejar raíces profundas en quienes compartieron junto a nosotros nuestras vidas debe ser el norte, al final es lo único que permanece y lo verdaderamente importante. Vivir un día a la vez es una bendición que trae consigo grandes enseñanzas de paz, te invito a accionar este ejercicio.